El Norte de Castilla: La Alegría de la Emoción – mi articulo sobre mi despedida
septiembre 18, 2019
El Norte de Castilla
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La Alegría de la Emoción
Alexander Fiske-Harrison
Lunes, 9 de septiembre, 2019
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Con los pulmones ardiendo, la visión borrosa, los latidos del corazón y las manos temblorosas, me quedé mirando y charlando con mis compañeros en la calle, Josechu López y David García, mientras el último toro cruzaba la calle, durante el antepenúltimo encierro de la feria más antigua del mundo, y la última vez espero encontrarme compartiendo el asfalto con mi animal favorito.

No es que haya perdido mi amor por el toro o mi afecto por los encierros: mi admiración por este lugar de encuentro para el hombre y la bestia no ha disminuido en absoluto. Tampoco es el paso de los años o los excesos de un estilo de vida indulgente lo me que empuja a apartmate a mi mitad de los cuarenta: el año pasado me cubrí una maratón de tres horas y tres cuartos en Mont Saint-Michel y el anteiror mis mejores carreras taurinas en lugares tan raros como Funes y Falces.

Huida a medianoche – Alexander Fiske-Harrison, a la derecha, corriendo sobre los cuernos de un toro en un encierro nocturno en Funes, Navarra, en 2017.
Pero diez años después de mi primer encierro – con Miuras, en San Fermín – he dejado de ofrecerme el placer de antes. Por citar al gran B. B. King, no es que «la emoción se fue», pero sí la alegría de esa emoción. Lee el resto de esta entrada »
Después de la tormenta…
julio 26, 2015

Estoy en mi chaqueta de rayas en la plaza de toros de Pamplona, 13 de julio de 2015. A mi derecha es Lore Monig, Presidenta del New York City Club Taurino, a mi derecha, el chef celebridad y torero práctico de México, Carlos Manríquez (Foto : Jim Hollander)
Después de las maravillas de San Fermín, me estoy preparando en Londres para volver a los encierros de Cuéllar – y tal vez San Sebastián de los Reyes – por corriendo en nuestra lluvia Inglésa y leer libros sobre lobos, el único animal que corriendo con los bovinos en el forma en que hacemos en las calles de España, en Castilla y Navarra (incluso puede tratar de hacer Tafalla y El Pilón de Falces como lo hice el año pasado.)
En el ínterin, me me alegró ver que mi reseña del libro de Dr. Robert Goodwin, Spain: The Centre of the World 1519-1682, (‘España: El Centro del Mundo 1519-1682’) para The Spectator (la revista más antigua en el mundo de lengua Inglés, fundada 1828), ha sido parcialmente traducida por el diario de Capital Madrid, en el artículo ‘Manual de emergencia para españoles con baja autoestima en este año 2015 del cambio’ por A. R. Mendizabal.
Otro botón de muestra, un elogio de Alexander Fiske-Harrison en The Spectator: ‘Lo que distingue a Goodwin de otros historiadores de ese periodo es el carácter auténticamente multidisciplinar de sus perspectivas. Es erudito y conciso en los terrenos más conocidos, y al mismo tiempo se adentra por otros derroteros originales, sobre todo en cuanto a los motivos y actuaciones de los principales protagonistas. Que incluyen al pío Carlos, a su ostentoso hijo Felipe II, que sólo conocía su Imperio por el papeleo de la abrumadora burocracia, y a favoritos como el Conde Duque de Olivares, valido de Felipe IV’.
Puedes leer el artículo aquí.
Alexander Fiske-Harrison
(Una traducción aproximada de mi artículo para el periódico internacional el Financial Times. Pedimos disculpas por los errores: la versión original en Inglés está disponible en línea aquí Las fotos son de, y los derechos de autor pertenecen a, el fotógrafo Nicolás Haro. Su colección de fotografías en el lenguaje y la psicología de los caballos, que ha sido nominado para el premio más prestigioso de España, PhotoEspaña, está disponible en línea aquí.)
Financial Times
Viajes
«Las verdaderas cosas viejas»
Por Alexander Fiske Harrison
31 de mayo 2013
Quita por multitudes en Pamplona, Alexander Fiske-Harrison se une a los corredores en una menos conocida, más antigua encierro
Hace noventa años el próximo mes, un escritor de viajes de 23 años de edad, llamado Ernest Hemingway llegó a la ciudad española de Pamplona. Estaba asombrado y encantado por la explosión de color, sonido y la alegría que son el sello distintivo de las fiestas de San Fermín, patrón de la región.
Más sorprendente que la bebida y los tambores, sin embargo, fue la manada de toros de lidia que talla una ruta a través de la ciudad cada mañana de la fiesta, desde los corrales de la plaza de toros, donde se van a morir en el la corrida cada noche. (De hecho, no es una lucha en absoluto, la primera obra de Hemingway, para el periodico The Toronto Star, fue titulado, «Tauromaqia no es un deporte – es una tragedia».)
Como escribió en cartas a sus amigos, él tenía el «tiempo salvaje malditisimo» en Pamplona, era «el verdadero cosas viejas». Sin embargo, después de los artículos y luego su primera novela, The Sun Also Rises, que estableció allí, descubrió que la fama es una maldición que puede afectar tanto a las personas y lugares. Volviendo al festival en 1959 por última vez, él escribió «40.000 turistas han sido añadidos. No había 20 turistas cuando fui por primera vez hace cerca de cuatro décadas «.
Cuando llegué por primera vez a Pamplona en 2009 para investigar mi propio libro en la discutible fiesta de los toros de España, había 1,5 millones de visitantes, más de siete veces la población de la ciudad misma. El encierro, se compone de una media docena de toros de lidia españoles, cada uno más de media tonelada, junto a media docena de bueyes grandes, para «tranquilizarlos». Ellos son liberados en las calles con barricadas a las 8 am a galope a lo largo de medio kilómetro, entre la multitud de varios miles de españoles temerarias y estudiantes extranjeros aterrorizados, muchos la peor de las bebidas. Es un espectáculo para la vista, y aún más extraño para estar entre.
En mi última carrera en Pamplona, en 2012, esperé hasta que un toro corrió carga por la calle, e igualó su velocidad para cortar delante de sus cuernos. Cuando un hombre se cayó delante de mí, le brincó y el toro siguió mi ejemplo. Cuando otro hombre corrió a través de nuestro camino, yo lo empujé a la seguridad. Sin embargo, cuando miré hacia atrás, para confirmar el toro seguía en marcha en colaboración con mí, una mano invisible me agarró y me tiró al suelo, por lo que la razón nunca lo sabré. El toro apenas tuvo tiempo de saltar por encima de mí, y todavía recuerdo la sombra de su vela mayor por encima de mí, con los cuernos que pasan centímetros de mi cuerpo que cae.
Fue después de eso, de pie con los corredores regulares de nuestra conversación post-encierro con brandy en 8.05am, que incluso John Hemingway – nieto de Ernest y un visitante frecuente de Pamplona – se quejó de la herencia de su abuelo: «no son los toros que son peligrosos , es toda la gente malditos!»
Así que cuando un otro corredor estadounidense, dijo que sabía de un antiguo encierro, más antigua incluso que los cinco siglos de Pamplona, pero sin todas las personas, le sugerí que pagamos una visita.
La edad exacta del encierro de Cuéllar se discute, pero su primogenitura no es: ellos tienen una carta del Papa Inocencio III, de 1215, que prohíbe a los sacerdotes participantes. Además, al contrario que en Pamplona, donde los toros son liberados de los corrales en el borde de la ciudad, en Cuéllar vienen de 5 kilometros fuera de la ciudad, desde cerca del río Cega, y son guiadas por el campo por un regimiento de caballería ligera.
Cuéllar se sienta encima de una colina, unos 150km al norte de Madrid, el pueblo coronado por un castillo aparentemente demasiado grande para una ciudad tan rural. Esto se debe a que Cuéllar no siempre fue así periférico. Han enriquecido por la lana en el siglo 13, fue brevemente la capital de la media cristiana de España, y cuando el corte se trasladó, el castillo fue regalado a los Duques de Albuquerque. El destino del castillo, sin embargo, al igual que el imperio español, ha sido caer en la ruina, a pesar de que recientemente se ha restaurado como museo.
En mi primera mañana en la ciudad, impulsado por mi guía, un escultor local notable de toros llamado Dyango Velasco, llegué a las puertas de los corrales a las 7 am. Una docena de espectadores robustas se reunieron en el bosque en el aire de la mañana fría (incluso en agosto, las mañanas son frías: Cuéllar es casi un kilómetro sobre el nivel del mar). Se nos unieron allí por alrededor de 200 jinetes, todos llevan lanzas para proteger a sus monturas. Lo que sucedió después fue como nada que jamás esperamos ver en el mundo moderno. Cuando los toros explotaron fuera de las puertas, los caballos entraron en acción junto a ellos, el pastoreo juntos y para guiarlos por el, encargado de dos horas intermitente – toros no puede galopar esa distancia a la vez – a la entrada de la ciudad.
Mientras tanto, Velasco me dejó volver a la ciudad en el lugar donde los jinetes dan los toros a los hombres en la tierra. En una escena que recuerda de la carga de la caballería en la película Lawrence of Arabia de David Lean, un ejército de caballos descendía la ladera polvorienta de la ciudad, que acompaña a la estampida de toros. No pasó mucho tiempo para darme a entender que la idea de correr con los toros en este punto sería un suicidio, y tomó un atajo a través del curso para un mejor lugar a mitad de camino.

El autor, el centro de la calle con el Financial Times en la mano, Dyango Velasco, frontal derecho, la camiseta blanca con manchas rojas. (Foto: Nicolás Haro)
Allí, me uní a Velasco, y esperé que el primer grupo de toros aceleró por la pendiente hacia nosotros. Como los otros corredores, todos hombres con experiencia, me pasó, yo sabía que la manada se acercaba y yo aceleré, los toros me une a cada lado, hasta que al final me dejaron pasar. De acuerdo con el GPS en mi reloj de ‘footing’, que había estado con los toros de 230 metros, que en la multitud de Pamplona sería un récord. En Cuéllar, fue sólo otro día en la oficina – teníamos cuatro días más de encierros para el final.
Después de que los toros se han ido, feria de Cuéllar es algo relajado, con mucho vino, pero menos ruido que Pamplona. Los residentes de mayor edad, bailan las jotas en las calles, incluso minutos antes del encierro (al contrario que en Pamplona, las barreras son permeables a los espectadores, si no los toros). Incluso hay encierro para niños al mediodía, con pequeñas vaquillas, no con toros furiosos.
Lo que uno piensa en la locura de todo esto, la crueldad y la belleza de la corrida que sigue cada noche, uno no puede dejar de pensar en esas ferias locales, con sus tradiciones peculiares y profundamente arraigada, han ayudado a mantener la cohesión social frente a la problemas económicos graves de España.
Incluso en tiempos de austeridad, después de haber ejecutado con los toros, bebido el vino de la tierra – la sabrosa Ribera del Duero – y cenamos en el cordero lechal, puede sentarse en el sol y hablar con la gente acerca de cómo el dinero – y la modernidad la misma – no siempre son todo en la vida.
Alexander Fiske-Harrison es autor de Into The Arena: The World Of The Spanish Bullfight (‘En La Arena: El mundo del toreo español’). Fue finalista del William Hill Sports Book of the Year Award 2011.’ (El gran premio del libro deportivo del año en Inglaterra.)
(La Feria de Nuestra Señora del Rosario de Cuéllar comienza el 24 de agosto este años, con encierros cada mañana del 25 de agosto al 29 (www.aytocuellar.es). Feria de Pamplona es de julio 6-14. Alexander Fiske-Harrison era un huésped del Hotel Maisonnave de Pamplona y el Hostal Mesón San Francisco de Cuéllar, ambos adyacentes a sus respectivos encierros. El San San Francisco es uno de los mejores restaurants en la ciudad, el otro es la Bodega Carchena. Para obtener más información sobre todo esto, visite The Pamplona Post.)
Donde Hemingway temió pisar
julio 30, 2011
Este artículo apareció originalmente en el blog The Pamplona Post pero me parece que debería estar publicado aquí también.
El titular es verdad y falso (y es el titular de la última reseña de mi libro, Into The Arena, adjuntado abajo).
Es verdad del propio gran ‘Papa’, porque Ernest Hemingway nunca corrió en Pamplona, a pesar de que fue él que lo hizo tan famoso (y el artículo que escribió para The Toronto Star sobre la cornada que recibió allí).Sin embargo, el fin de semana pasada, el día que salió la reseña, y 50 años y 7 días después del suicidio del ‘Papa’, yo estuve ocupado pisando la ruta que él no pisó, acompañado por John Hemingway, el nieto de Ernest y un autor nada malo él mismo (ver Strange Tribe: A Family Memoir). El hecho de que John eligió ese día para correr este año – su segunda vez – es aún más impresionante. Primero, porque fue el aniversario de su primer encierro delante del toro, del año 2009, el día que un hombre de 27 años, Daniel Jimeno Romero, un corredor experimentado de segunda generación fue matado. Segundo, porque fue con ‘los toros de la muerte’ de la ganadería de Don Eduardo Miura (mi primer encierro también fue con ellos en el año 2009).
Fue un placer tomar una cerveza contigo la noche anterior al encierro, y un honor pisar unos pasos a tu lado. Aquí estamos hablando de estrategia. (¡Corre!)
Esto fue sólo uno de los momentos destacados. Otro fue cuando quede con uno de los hijos de Don Eduardo, Antonio, y su esposa Cristina, quien contó a mi novia Antalya las mentiras más halagadores sobre mi toreo. “¡Gracias Cristina! Pero ningún ingléses tan bueno a torear…”
Eso dicho, tuve encierros buenos, como se puede ver en la foto abajo con un toro de Torrestrella de la finca Los Alburejos que pertenece a mi amigo Don Alvaro Domecq. Yo soy el hombre vestido de chaqueta de rayas rojas y blancas. De casualidad son los colores de mi escuela, Eton, otorgado a mí por el Club Atletismo en el año 1994 por los 400m
Este foto era en el Diario de Navarra, Daily Telegraph (Reino Unido) Die Welt (Allemana) y en varios periodicos en los Estados Unidos. (REUTERS/Joseba Etxaburu)
Está extremadamente mal visto tocar a los toros, pero acabo de ver este hermano acercándose detrás de mí, y por eso fue necesario estabilizar a mí mismo mientras corriendo a máxima velocidad, mirando por encima del hombro, hasta que pude calcular el momento correcto para resbalarme entre los dos toros, como mostrado en la foto aquí. Eso me permitió “correr en los cuernos” de un toro, y a la misma vez reduciendo nítidamente el riesgo de estar tirado al suelo por otros corredores, el “arado de gente” de media tonelada despejando el camino delante de mí. Un malabarismo difícil, ¡por cierto!
El 10 de Julio 2011
Donde Hemingway temió pisar
Into The Arena por Alexander Fiske-Harrison
James Owen
* * * * *
(4 de 5 estrellas)
Pienses lo que pienses del relato de Alexander Fiske-Harrison en busca de llegar a ser torero, tienes que admirar sus huevos. Literalmente no, afortunadamente, pero existen momentos durante el año que pasó como un matador amateur en España en que parece probable que experimente de primera mano la crueldad de la arena.
Y quizás debería ser así. Por tanto que escribió, Ernest Hemingway nunca entró en el ruedo. Para Fiske-Harrison, la única manera de justificar la corrida de toros es entender completamente los riesgos supuestos.
Es una combate mucho más justa que la caza del zorro. El toro pesa más que una tonelada, se gira con agilidad como un patinador y es capaz de levantar un caballo y jinete con el pitón de un cuerno. Cuando el mejor torero de la actualidad, José Tomás, fue corneado durante una corrida en Méjico, perdió un total de 17 pintas de sangre.
Es con razónque los estudios demuestran que los psicópatas y los toreros tienen la misma química de cuerpo en calmaantinatural. En España, los toreros son más famosos que los futbolistas.
Pero ¿el arte y el espectáculo justifican el sufrimiento? El argumento de Fiske-Harrison, que la interacción entre hombre y toro, bien realizada,merece la tragedia, no convencerá a muchos lectores.
Pero sus descripciones de las corridas son absorbentes y líricas, y su explanación de los distintos usos del capote y muleta del matador es iluminadora. Uno empieza a entender lo que ha captivado a los españoles por siglos.
Este libro complejo y ambicioso examine no sólo la vida dentro de la plaza de toros pero también la identidad cultural de España y las ideas modernas sobre la masculinidad.
Fiske-Harrison admite que cada vez que se enfrenta con el toro siente más, no menos miedo. Cuando mata a su primer y único toro no siente triunfo sino una tristeza irreprimible por haberle quitado la vida.
Su punto que la indiferencia del matador hacia su propia vida en el ruedo le inspira respetarla más profundamente fuera del ruedo parece indiscutible. Uno sólo desea que nuestros propios deportistas desacreditados fueran tan sabios.






















